miércoles, 5 de septiembre de 2012

Septiembre...


Septiembre es un mes con magia. Para los egabrenses tiene nombre de mujer, María de la Sierra; es a la vez olor a nardo y color blanco de la pureza. Es también aroma a incienso que trae consigo la nostalgia cofradiera, y música de coplas y quejíos. "La noche se volvió día y Septiembre amaneció", y volvieron a reunirse las familias y regresaron los amigos que un día atrás visitaron Cabra en su mes especial, y se enamoraron de ella y de su mes.

Cuando llega septiembre, el fondo del espejo en el que se mira Cabra es tan azul como esos ojos que descienden por nuestra sierra, bajo una plata refulgente y sobre la fragancia de las plantas silvestres que saludan a su paso. Los albores de este mes tienen los signos suficientes para que estos días sean un mundo propio, con momentos reservados a la felicidad por unos instantes donde se consuman los sentimientos más hondos y puros de un pueblo.

En este mundo singular, la Sierra de Cabra no es sólo un quiebro del perfil que se otea desde las terrazas, sino también el abrazo de piedra que los siglos ofrecen a los peregrinos que suben a la ermita; septiembre no es sólo ese mes en el que la tierra ya recibe su primera ración de agua, sino el período con el que la Villa se erige en el santuario de los devotos de María; el nardo no sólo es la flor espigada que nace en nuestras huertas, sino el símbolo más auténtico de la pureza y el olor sobre el que recorremos los recuerdos de aquellos amaneceres inquietos con el sonido de un tambor de guerra tocando a vísperas.

Son los ceremoniales que se repiten con el curso del tiempo, y que se acunan en las hermosas melodías que nuestros maestros dejaron para que pudiéramos comprender, en unos versos, toda la verdad que encierra una imagen y una historia. Septiembre es la Virgen de la Sierra y su ermita, aquella casita blanca que el padre Pedrosa imagina triste y solitaria y que nos llega melancólica en la música del maestro Rodríguez. Septiembre es un niño con pantalones cortos que una buena mañana se ve junto a su padre en una esquina sorprendido por una bandera. Septiembre es una mujer de ojos vidriosos que sueña en bajar con Ella con una promesa atada a un cordel.

Septiembre es el septiembre de nuestros antepasados que se nos aparece sobre el fondo de unas coplas; es el deseo del reencuentro sin despedidas; es la imagen de una ciudad convertida en oratorio cuando el día ocho recorre sus calles nuestra Amorosa Madre. Septiembre tiene el perfume del nardo, lleva escrito en su cara la alegría de un "viva" sincero y unos versos que Cabra suplica al unísono y que dicen: "Madre Amada de la Sierra, no nos niegues tu favor".
Fuente: la opinión de cabra